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Roquero rojo y Avión roquero en Valdeburón

Domingo, 15 de Mayo de 2011
Como lo prometido es deuda, vamos a mostraros los otros protagonistas de nuestro paseo por los valles y bosques de Mirva y Rabanal del domingo pasado.
Monticola saxatilis (macho)


El roquero rojo es un ave inconfundible por su colorido y contrastado plumaje, del que no habíamos tenido oportunidad de disfrutar más que en otra ocasión en la sierra de Gredos y con bastante dificultad.

Su hábitat natural suele encontrarse por encima del límite de los bosques aunque, en esta ocasión, la zona de roquedos donde se encontraba no excedía mucho de los 1.100 mts. de altitud.

Por raro que parezca, descubrimos en primer lugar a la hembra en lo alto de una roca grande, en pleno proceso de acicalamiento...
Monticola saxatilis (hembra)
La hembra, en primavera, tiene las partes superiores muy moteadas y marcadas de pardo, y las inferiores formando como escamas, que con sol se tornan anaranjadas.
Rufous-tailed Rock Thrush (adult female)
Buscamos en las proximidades y, justamente enfrente de ella... ¡equilicuá!..
Rufous-tailed Rock Thrush (adult male)
el arrebatador macho...con cabeza, cuello, garganta y parte superior de la espalda de un sorprendente gris azulado.
  La cola es de color castaño anaranjado con las dos rectrices centrales de color pardo oscuro.

Las alas son de color marrón oscuro y las partes inferiores de un anaranjado vivo.

El pico de color pardo oscuro y sus patas y pies parduscos.

El comportamiento fue varible ya que, en principio no le dió importancia a nuestra presencia, preocupándose exclusivamente de su enamorada. Pero, al parecer, su territorio se solapa con el de una pareja de colirrojo tizón y, el macho de esta especie, vino a incomodarle en varias ocasiones.

Por momentos se olvidó de su cortejo y fue a camuflarse en una pequeña pedrera perdiéndole, de este modo, nosotros de vista.
Ptyonoprogne rupestris
En el mismo área coincidía también la presencia de otra curiosa pareja, en este caso de avión roquero.

Suponemos que se trata de una pareja nueva porque son aves que normalmente crían en colonias y, por allí, no había ningún otro ejemplar de su especie.

Estaban bastante afanados en su tarea de nidificación bajo el saliente rocoso de una boca de cueva.
Su trabajo era árduo pues, durante un buen rato les contemplamos en un ir y venir, a por el barro con el que iban dando forma a su nido.
Eurasian Crag Martin                 

Tienen plumaje pardo por encima y blanco sucio inferiormente, con cierto listado grisáceo en la garganta.

Las plumas de la cola tienen motas blancas cerca de la punta, que suelen diferenciarse en vuelo, aunque nuestra pareja, en cuestión, estaba muy ocupada entre sus vuelos de persecución y cortejo, y sus faenas alfareras, como para distinguirles tal diferencia.

           Ojolince y Sra.
El próximo sábado, siguiendo el consejo de nuestro amigo Miguel Angel /observacionesdenaturaleza.blogspot.com/  y, si el tiempo lo permite, tenemos pensado subir el Yordás o Burín, pico emblematico de esta región de Valdeburón; así aprovecharemos el viaje para visitar a nuestros nuevos amigos: el roquero rojo y el avión roquero.
Gracias a todos por vuestra lectura.
Os mandamos un saludo desde Pucela.

Por los bosques de Burón

Domingo, 15 de Mayo de 2011
Otro domingo campero que hemos preparado y es que hay que aprovechar la primavera para salir al monte porque pronto comenzarán a subir las temperaturas y perderemos esa variedad de colorido de la que ahora podemos distrutar.
Valdeburón, perteneciente a la Mancomunidad de Montaña de Riaño
Y qué mejor sitio para disfrutar de los colores que los montes de Burón, pequeño pueblo leonés, situado en la cola del embalse de Riaño y que pertenece al Parque Regional de Picos de Europa. El valle de Burón posee excelentes praderas en el fondo del valle y magníficos bosques de haya y roble, que hoy vamos a conocer en profundidad.
 Asphodelus albus (gamón)
Dejamos el coche en el mismo pueblo y comenzamos a caminar, remontando el valle formado por el arroyo Rabanal pues queremos recorrer la senda señalizada como PR LE-21 y conocida como Mirva-Rabanal, aunque nosostros la relizaremos en sentido contrario a la señalización.

El sendero va paralelo al arroyo Rabanal y recorre las alegres campiñas llenas de un colorido espectacular por su cantidad y variedad de flora.

La orquídea más representativa de estas praderías es la popular Orchis morio, que da una tonalidad rosada a estos valles en esta época del año.

Compite en presencia con el gamón, Asphodelus albus también muy abundante durante todo el recorrido.

Descubrimos una amplia variedad en estos pastizales de narcisos, primaveras, aguileñas, acónitos, escila española, bellis...

 El camino discurre así, de forma cómoda, aunque zigzagueante como el arroyo y en suave ascenso, dirgiéndose a la base del frondoso hayedo.

En estas praderías descansa y se alimenta cómodamente el ganado.
Los excelentes pastos dan alimento a una cabaña ganadera, especialmente de vacuno de distintas razas, aunque predomina la parda alpina.

Hacia donde nosotros nos dirigimos la gandería es predominantemente equina y algún que otro ejemplar se acercó a saludarnos.

El bosque por el que va a ir ascendiendo nuestro sendero está conformado en su mayor parte por hayas, lo que hace que tenga un aspecto un tanto sombrío, incluso en esta época del año, porque las hojas de estos árboles se disponen normalmente en posición horizontal, dejando pasar escasa cantidad de luz.
Fagus sylvatica
Este bosque conserva ejemplares de roble albar de importantes dimensiones y también descubrimos numerosos serbales de los cazadores, mostajos y acebos.
Quercus petraea (roble albar)
 Al tratarse de un hayedo tan denso, no permite el crecimiento de casi ninguna otra planta en el suelo.

En primavera, eso sí, el gamón se abre paso aún en estas condiciones.

Estos hayedos son el hábitat preferido del picamaderos negro Dryocopus martius, cuyo sonoro tamborileo pudimos escuchar en la lejanía aunque ...
¡a saber dónde estaba!

En poco más de una hora, salimos a un claro conocido como el Alto de la Giesa de 1.354 mts. donde, además de escuchar a la perdiz pardilla Perdix perdix (sin suerte tampoco de verla), disfrutamos de unas vistas que ni el mejor de los balcones...
Vista de los bosques de Burón desde el Alto de Giesa

El camino discurre, de nuevo, por una boscosa umbría que, llegada esta hora, se va agradeciendo y, a un lado y otro de este sendero vemos aparecer diferentes representantes de la variada flora: acónitos, saxifragas, búgulas, narcisos amarillos y blancos, arándanos... todas ellas en el comienzo de su floración.                                                     Ajuga pyramidalis (búgula) 
Parece que hemos llegado a la mitad de nuestro recorrido, durante el que seguimos sorprendiéndonos de los tapizados naturales llenos de vida...
La aguileña y el arándano tampoco faltan en nuestro recorrido...
Aquilegia vulgaris sp. vulgaris
Nos restan por subir unos pocos metros y habremos alcanzado lo que se conoce como el collado del Prao Llao, desde el que se vislumbra una buena panorámica de los macizos central y occidental de Picos.
Caseta del Prao Llao
Después de un pequeño refrigerio junto a la caseta (pues hay que reponer fuerzas, de vez en cuando) continuamos dejando a nuestra espalda la vista de picos, para introducirnos de nuevo en la umbría del hayedo que cubre completamente estos montes de Burón.
Senda de descenso entre el hayedo
Como es habitual, el descenso se hace más cómodo y avanzamos llegando con presteza al amplio valle del río Mirva, de características similares al de Rabanal por el que ascendimos.
Valle de Mirva
 También salió a nuestro paso algún representante de la familia equina...
Al final del valle existe un pequeño merendero donde hicimos nuestro almuerzo, muy entretenidos, por cierto.
Area recretativa de Mirva (Burón)
Nos visitaron arrendajos, chovas piquirrojas, el colirrojo tizón que criaba en la zona, aviones zapadores, lavandera blanca, pardillos, collalba gris, cernícalo común. Además del sobrevuelo constante de milano negro, cigueña y buitres que por este valle daban paso de un lado a otro...  Desde aquí, mediante un corto recorrido eso sí, por la carretera... volvimos al pueblo de Burón donde habíamos dejado el coche, para concluir así un circuito de unos 13 kilómetros de longitud en poco más de cinco horas.
Orobanche
Hasta aquí nuestro relato rutero. Algo más de información pajaril merece la pena ser descrito en una entrada individual que pronto relataremos.
Hasta entonces os mandamos
Un saludo desde Pucela.
Ojolince y sra.